Cuando iniciamos un proyecto, tenemos en mente una idea previa sobre el resultado que esperamos .¿Qué ocurre cuando ese resultado no es el esperado o cuando un obstáculo se interpone en nuestro camino? Simple: nos frustramos. Pero, ¿sabemos lo qué es la frustración?. Es un estado de malestar psíquico en el que experimentamos un conjunto de emociones como enojo, tristeza, desilusión, ansiedad, impotencia, etc, pero con una emoción predominante. ¿Cómo podemos aliviar ese malestar? Con tolerancia a la frustración, que es el modo en el que cada ser humano maneja ese conjunto de emociones. Cada individuo responde a la frustración con un bagaje de emociones de afrontamiento, que se fue formando desde la infancia por los ejemplos de nuestros cuidadores y por las experiencias que vivimos. Dichas emociones de afrontamiento pueden ser o no ser adecuadas, pero son nuestro modo personal de enfrentar lo que nos frustra.
Frustrarse es un hecho frecuente. ¿Cómo podemos saber si lidiamos de modo adecuado con la frustración? Debemos observar nuestras emociones y comportamientos ante lo que nos frustra.
Si tenemos buena tolerancia a la frustración significa que somos capaces de detenernos, tomar distancia, reflexionar, analizar los pasos que hemos dado, revisar si nos hemos equivocado en algo o por qué algo no nos ha funcionado y finalmente probar otros modos para llevar adelante nuestro proyecto, perseverando a pesar de las dificultades.
Por el contrario, si tenemos baja tolerancia a la frustración, reaccionamos de dos modos: nos enojamos y desistimos en el primer intento, o bien nos victimizamos y ponemos toda la responsabilidad afuera.
Lo importante es que si nuestras emociones de afrontamiento a la frustración no existen, se pueden generar, y si no son las más adecuadas, se pueden modificar, con el apoyo fundamental del especialista.
¿Como educar la tolerancia a la frustración?
La frustración es una emoción natural en el ser humano y saber manejarla es fundamental para ser resilientes ante los desafíos de la vida. Para educar esto sigue los siguientes consejos:
1. Los padres somos el ejemplo principal. En la interacción con los más pequeños, debemos mostrar criterio y ecuanimidad frente a los problemas (sé que suena muy complicado, pero hay que intentarlo constantemente, no te rindas). Nosotros debemos ser resilientes y tolerantes a la frustración.
2. Enseñar a nuestros niños que no siempre obtendrán lo que desean en el momento que lo desean, incluso a veces lo que desean no es sano o apropiado. La manera de hacer esto es enseñándole a no quedarse en la emoción desagradable, ayudarles a encontrar soluciones alternativas, tener un ritual para la calma y la serenidad, permitir que exprese sus emociones, explicárselas y guiarlos para salir de ellas.
3. En el ámbito escolar es fundamental que los docentes fomenten la resolución de problemas y la toma de decisiones, así como el reconocimiento de los errores y la búsqueda de soluciones. Como señala el psicólogo educativo Daniel Goleman: "Los niños que aprenden a tolerar la frustración en la escuela, son capaces de afrontar los desafíos de la vida de forma más eficiente y adaptativa".
Finalmente, en la vida adulta, es fundamental aprender a reconocer y aceptar nuestras limitaciones, así como a buscar alternativas y soluciones ante los obstáculos. La tolerancia a la frustración nos permite afrontar los fracasos y las situaciones adversas de forma constructiva, aprendiendo de ellas y fortaleciendo nuestra resiliencia emocional.
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