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  • Foto del escritorLiz Amador

El Cortisol: la hormona del estrés



El cortisol es una hormona producida en las glándulas suprarrenales que actúa en el cerebro como un neurotransmisor que provoca estrés. Este estrés es un mecanismo de supervivencia porque, pone rápidamente al organismo en alerta fisiológica para luchar o huir frente a los estímulos amenazantes, para luego, cuando la amenaza ha desaparecido, reducir el cortisol a niveles normales. En este caso el exceso de cortisol es positivo, porque provoca una respuesta puntual ante una situación peligrosa.


Pero es muy distinto cuando vivimos en un estado de estrés crónico con niveles de cortisol constantemente altos, porque se produce un desequilibrio bioquímico que involucra todo el organismo. Su efecto en el sistema inmunológico baja las defensas, puede provocar enfermedades respiratorias, alergias, lupus y otras enfermedades autoinmunes. En el sistema digestivo, produce indigestión, mala absorción de nutrientes e inflamación de la mucosa intestinal, lo que puede derivar en colitis, úlceras o síndrome del intestino irritable. En el sistema cardiovascular aumenta la presión arterial, lo que podría ocasionar infartos cardíacos o cerebrovasculares. En el cerebro provoca sueño no reparador e insomnio, falta de concentración y de memoria. En el sistema metabólico causa sobrepeso, porque hace que las células retengan grasa y líquidos, y aumenta la necesidad de ingerir azúcar, grasas y carbohidratos, lo que predispone a sufrir diabetes tipo 2. En el sistema reproductor el cortisol puede ocasionar disfunción eréctil, interrupción del ciclo menstrual e infertilidad. La piel, se vuelve opaca, seca, descamada, y puede presentar herpes y psoriasis o, por el contrario, volverse grasa y acneica.


A nivel total del organismo, el exceso de cortisol podría provocar fatiga crónica, trastornos tiroideos, depresión, hipercortisolismo y demencia.


Sin embargo, a niveles normales el cortisol también cumple importantes funciones en el organismo: participa en el metabolismo de grasas, proteínas y carbohidratos; regula los niveles de inflamación, controla la presión sanguínea, equilibra los niveles de glucosa en la sangre y la sal y agua, mantiene la concentración y la memoria, eleva los niveles de energía para manejar el estrés y controla los ciclos de vigilia y sueño.


No se trata de reducir el cortisol al máximo, sino de mantenerlo normal comiendo sano, haciendo actividad física, meditando y durmiendo 8 horas diarias.


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